Ni Puntarenas es un iceberg, ni Herediano un Titanic, pero hay algo que se hunde en cada juego. Le llaman pronósticos.
Un Puntarenas que buscó, atacó, intentó, sin encontrar en gran parte del juego cómo ni por dónde. Un Puntarenas que por momentos parecía destinado a no tener más festejo que la presencia en el estadio del “Latinoamerican Idol”, el joven cantante Eduardo Aguirre, hijo de Esparza, homenajeado previo.
Un Puntarenas que a 32 minutos del final perdía en su casa 0-1, ante un Herediano bien anclado como crucero en el muelle en pleno día de verano, mientras sus turistas se comen un “churchill” con las dos leches. Un Puntarenas al que nadie veía con las mínimas posibilidades de llegar a una final -y me incluyo-.
Y no hablo de inicio de temporada, sino hace dos semanas, cuando era el noveno lugar del campeonato -si se hiciera una tabla general-. Ese Puntarenas encontró cómo y dónde. Y con quiénes (todos los naranjas que armaron el carnaval en las gradas, con los tres goles del cierre: el tiro libre de Delgado, una raya que pasó bajo el salto de la barrera; el zurdazo de Acosta, ante la floja marcación de Solís y Montero; la estocada cruzada de Lara, para dasatar la locura).
Herediano no había necesitado atacar mucho para ponerse arriba en el marcador. Aunque habían sido más peligrosos algunos aficionados rojiamarillos que sus delanteros, enfrascados en empujones, forcejeos y madrazos con los policías cuando intentaron detener su “juego de pólvora”, el cuadro rojiamarillo se las había ingeniado con un cabezazo de Robert Arias.
Una especie de “Tarzán” Puyol rojiamarillo, de esos zagueros todo corazón, todo músculo, tendones, sudor, pundonor, riesgo, no pocas veces herido en su cabeza, de esos que le meten la testa a lo que sea, Arias se sintió cómodo esta vez, libre, sin otro gladiador a su lado. Saltó incluso con la elegancia extraña en sus arremetidas, suspendido en el aire -como para la foto- y cabeceó con el estilo de los grandes cabeceadores.
El gol herediano sumado al posterior orden defensivo fue símbolo de la eficiencia hasta el minuto 62. Tampoco es cierto ese “era para golear”, que se dejó decir el técnico Salvador Ragusa, como claro desahogo. Herediano, sin atacar mucho tuvo cuatro opciones claras de gol. Hoy halagaríamos su efectividad, pero el Puerto anotó 3 goles, confirmando que no hay pronóstico que valga en este torneo.
“-¿Es cierto que este barco no se puede hundir? ¡Ni Dios mismo podría hundir este barco!”, dijeron sobre el Titanic.
“Solo dimos un paso”
Entrevista a Carlos Restrepo, técnico del Puntarenas FC
-¿Por qué se vieron tan mal en la primera parte?
En ese lapso no nos entregamos del todo. En la segunda parte salimos a jugar y tuvimos la pelota, y afortunadamente nos llegaron dos anotaciones. No nos podíamos dar por vencidos.
-¿Cómo sostener el marcador en Heredia?
-¿Van con más confianza de visita?
Solo hemos dado un paso, pero no es definitivo, hay que luchar mucho, porque es un buen rival. Vamos a ir con la misma humildad con la que hemos trabajado, así enfrentaremos esto.
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